Ya huele a fallas, a pólvora, a humo, a bocatas y en especial, a buñuelos. La ciudad empieza a llenarse de puestos ambulantes que impregnan las calles de exquisitos olores que abren el estómago a cualquiera. Puestos de bocatas de botifarrà con el clásico blanc i negre, puestos de mazorcas asadas y sobre todo, puestos de buñuelos y churros.
El origen de los buñuelos de viento se remonta al siglo XIX, cuando el gremio de carpinteros de Valencia, consiguió que el Ayuntamiento les permitiera sacar los muebles y trastos viejos a la calle para quemarlos en hogueras. Así nacieron las Fallas, simples montones de madera que se quemaban el día de San José. Acompañando a sus maridos, las mujeres de los carpinteros cocinaban los buñuelos que se saboreaban durante la velada. Por aquel entonces, acompañaban el dulce con anís o aguardiente mientras contemplaban las hogueras arder.
Más tarde, los campesinos introducirían la calabaza a la masa tradicional de los buñuelos de viento, para dar salida al producto de temporada. Con los años, la receta original se ha mantenido intacta a pesar de que se haya innovado con los ingredientes complementarios.
Actualmente existen buñuelos de boniato, de vainilla, de higo…pero sin duda, el original y el que mantiene todo el sabor es el clásico buñuelo de viento.
Si tienes la suerte de estar en Valencia durante la semana de Fallas y quieres probar esta delicia, te aconsejamos buscar los puestos más tradicionales y evitar los puestos masificados. No hay nada como los buñuelos de una valenciana que los cocina en la puerta de casa.
No comments
— Be the first to comment! —